Don Gregorio
UN PERSONAJE
ENTRAÑABLE
Según el Stud Book Argentino, la cría de caballos árabes se inició en
la Argentina, simultáneamente casi, en dos establecimientos: uno de
Hernán y el otro de su hermano Alfonso Ayerza.
Este último lo hizo en la estancia "Las Hormigas", en Plátanos,
Berazategui, Provincia de Buenos Aires. Casado con Helena
Jacobé Iraola
y emparentado con familias tradicionales y adineradas, Ayerza
contrató a entrenadores europeos que se desempeñaron en "Las
Hormigas". Allí, Esteban Serventi (1912-1999),
uno de los hijos de su mayordomo David Serventi
y la lavandera de la estancia, Dominga Silombra,
aprendió desde pequeño, los secretos del
entrenamiento de los caballos.
Esteban había tenido la costumbre de subirse al carro de don Gregorio
Bermúdez, quien con su carro transportaba leña, conchilla y todo lo
que hiciera falta en el haras. Eso incidió
para que los puesteros aludieran a él cambiándole el nombre: "Allá
va Gregorio con Gregorito", decían del carrero
y el niño. Así Esteban creció siendo Goyito,
o Gregorito. Y el apelativo fue para siempre.
Avezado en los cuidados de los animales y su capacidad para lograr
que ellos le respondan, lo convirtieron en el veterinario sin título
que curaba especies domésticas y el experto en cetrería o ducho en
animales de circo capaz de prodigios inusuales, que consultaban los
especialistas. Serventi también fue un entrenador de caballos árabes codiciado
en Argentina y otros países.
Trabajó y sacó campeones nacionales en los certámenes de la Sociedad
Rural Argentina, a los equinos de las cabañas de Alfonso y Mario Ayerza. También colaboró con los establecimientos de Graciela
de Vries, Maureen
Pop, Elizabeth Grigg de Kuphal,
Julio Menéndez Duhau y Federico Zichy
Thyssen, entre otros.
Viajó a Uruguay, Paraguay, Perú y Estados Unidos, con motivo de su
profesión. Conoció a artistas de cine, como Luis Sandrini
y Gury Williams (el mítico Zorro).
Infinidad de fotos con presidentes argentinos,
nobles europeos, artistas del espectáculo y con sus queridos caballos,
testimonian una vida riquísima. Recortes de diario, fotos en diarios
capitalinos y en infinidad de revistas especializadas también subrayan
su destacada personalidad.
La edición Nº 93 del noticiero "Sucesos argentinos" se abrió
con Serventi montando a Max, uno de
los caballos que él recordaba con afecto. Como a Kalb,
a Nébal, a Silver
Plate... y a tantos árabes que son parte de la historia
de esa raza en el país.
La Asociación de Criadores de Caballos Arabes
de la Argentina lo nombró Socio Honorario -único caso de un entrenador
y no un propietario de haras- por los importantes
beneficios que hizo en favor de esa raza.
PERFIL INOLVIDABLE
Trataba con la misma educación y la misma cortesía a todas las personas,
encumbradas o no. Era imposible charlar con Gregorio y que no se generara
un vínculo de afecto con él. Sus amigos fueron muchos, pero, hubo
una amistad que enriqueció toda su vida: la de César Bustillo. Nacido
en Plátanos como él, hijo de Blanca Ayerza
y del arquitecto Alejandro Bustillo, César fue escultor, pintor y
bohemio que compartió con Gregorio correrías infantiles, juveniles,
la vida sencilla y el amor a las plantas, a los animales y al terruño.
En Plátanos tuvo su taller y su casa, que actualmente conservan la
familia Serventi. Cuando Bustillo falleció,
Gregorio llevó a su sepelio, tres hojitas del árbol que había cobijado
el noviazgo de su amigo con Celina Seré. En medio de costosas coronas
se apichonó por su pequeño homenaje. Sin
embargo, la viuda de Bustillo colocó las hojitas entre las manos de
su esposo y ellas fueron la única ofrenda que dejaron con él, cuando
cerraron el féretro.
La conducta y la estirpe noble, convirtieron a Don Gregorio en un
referente de la localidad donde vivió. El salón de actos de su Sociedad
de Fomento lleva su nombre y la Sociedad "La Humanitaria"
de Hudson lo recuerda entre sus colaboradores. Escuelas, entidades
públicas y privadas y particulares le testimoniaron su reconocimiento.
Recibió humildemente -como era él- infinidad de muestras de afecto.
Modesto, educado, amigo de disfrutar un cigarrillo rubio y de invitar
con una copita de licor a sus visitas, gustaba de los pájaros en libertad,
por eso esparcía semillas sobre el césped de su casa, para verlos
acercarse.
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